jueves, 18 de noviembre de 2010

EL ABRAZO GUARDADO

En algún lugar del mundo Olivia llora y llora hasta secarse, se va volviendo diminuta, tanto que ya nadie puede verla. No encuentra su lugar, despliega sus alas y vuela por los aires, recorre todos los cielos, todas las geografías pero no hay caso, en ningún lado halla lo que desea, lo que necesita y eso la va partiendo cada vez en más piezas, partecitas pequeñitas que se dispersaron por todos lados. No tuvo fuerzas y simplemente desapareció, voló arrastrada por el viento y se llevó consigo el abrazo que no pudo darle, ese abrazo que le tenía guardado.
Voló, voló y continúa volando... en busca de su lugarcito, de su parte de mundo, de nuevos sueños, y por momentos vuelve a llorar, y vuelve a ser pequeñita y vuelve a odiar los cuentos para dormir, pero sigue volando y sus lágrimas van regando pueblitos y a veces hasta hacen felices a algunos creyentes que reciben el agua como un milagro.
Pero yo lo sé, Olivia volverá a ser grande, Olivia encontrará su lugar, alguien escribirá su cuento y ella sonreirá felíz, eso sí, si alguna noche la ven volando ofrézcanle una almoahada, para que descanse su cabecita, con suerte vuelve a soñar y, de paso, díganle que es hora de dejar caer aquél abrazo, explíquenle que llegó su momento, debe abrir la cajita y dejar que lo que no fue, no sea!

lunes, 8 de noviembre de 2010

Y voy a llegar

Caminar con el miedo adelante suele ser una práctica difícil. Si por lo menos fuese a nuestro lado sería distinto, pero no, él se empeña en ir siempre un paso adelante, en hacernos de guía y ni siquiera nos pregunta, simplemente llega y ocupa su lugar y una empieza a caminar despacito, no sea cosa que le pisemos los talones.
Y entonces ahí vamos, ahí estamos. Ahora somos una pequeña hilera desplazándose y yo sólo quiero correr, pero no lo consigo. De pronto algo sucede, te veo en la vereda del frente, también caminando con tu miedo, ustedes son otra hilera, tu sombra, tu miedo y vos. Te grito, pero no escuchás, te alejás cada vez más. Me agacho y agarro una piedrita del suelo, la tiro cerca tuyo, intentando llamar tu atención pero nada cambia, vas como abstraída de la realidad, ensimismada, caminando de manera automática como... como... claro! como prisionera de tu miedo, enajenada. Contemplo el cuadro y busco la manera de llamar tu atención, es inútil, nada sirve, es como si fuese invisible... Por fin lo entiendo. Estás paralizada, no tenés dónde escapar y ése fue justamente el problema, no era necesario escapar, sólo tenías que gritarme, que llarme, que estirar la mano. Ya sé, no sos de ésas, no te sale, vos tenés que llorar para adentro, tenés que tragarlo y hacerte charco. Y qué bronca, cómo me enoja eso.
Por fin me decido, tomo impulso y corro, corro, corro ...
No miro atrás, no hace falta, sé que esta vez voy adelante...
y voy corriendo hacia vos ...
y voy a llegar ...